¿Me echas una mano?
Desde pequeños se nos enseña que debemos ser “buenos” y ayudar a los demás, como lo hacen los protagonistas de los cuentos o fábulas infantiles, que siempre triunfan sobre los “malos”. Al principio no entendemos muy bien por qué, pero poco a poco vamos comprobando que ayudar a los demás no está tan mal después de todo: uno se siente bien cuando consigue que otro deje de sentirse mal, y si encima van, y nos lo agradecen, mejor que mejor. Sin embargo, si nos planteáramos recordar cuántas veces ofrecemos nuestra ayuda frente a las ocasiones en las que no lo hacemos o nos mostramos pasibles ante una persona que nos la pide, nos daríamos cuenta de que estas últimas actitudes se imponen en nuestra conducta.
Formamos una sociedad en la que priman los intereses y la obtención de beneficios individuales sobre el bienestar social. La concienciación de cooperación y desarrollo se relativiza a los organismos pro-pacíficos y solidarios, obviando en última instancia que unos y otros vivimos y convivimos sobre el mismo suelo, y relegamos la responsabilidad sobre situaciones de desamparo, pobreza, guerra o cualquier otro estado negativo, a los que al fin y al cabo mueven los hilos de “nuestro destino”. Egoístas incluso con nuestro entorno, actuamos como si la persona que nos pide una moneda por la calle fuese una amenaza hacia nuestra felicidad, y en muy pocas ocasiones accedemos a prestarle una moneda, para limpiar nuestra conciencia sintiendo el placer que proporciona la ayuda.
La fina línea que separa la conducta verdaderamente altruista de aquella que se ve condicionada por una serie de “recompensas” o “beneficios” personales ha sido objeto de estudio no sólo para los psicólogos sociales ,sino también para ciertas filosofías orientales, entre éstas, el budismo.
Durante los próximos días reflexionaré sobre el descubrimiento de este valor innato de interconexión entre las personas, la capacidad de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Analizaré las formas y actitudes que influyen en la conducta altruista desde el punto de vista occidental,y exploraré las claves de la “práctica para los otros” de los budistas, en donde el valor de la estimación y compasión por los demás constituyen el propósito para la consecución de un mundo más unido, y por tanto, más feliz.
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