lunes, 18 de diciembre de 2006

Tu reflejo



Me hace gracia. Todos los días nos miramos al espejo y no somos capaz de ver más allá de nuestra nariz, sin embargo cuando salimos a la calle somos capaces de juzgar a las personas con las que nos encontramos de un solo vistazo. A eso se le llama ignorancia. Por lo menos eso me parece a mí. Presumimos de ser personas libres, y nos tomamos la libertad como instrumento para decir, pensar y optar por lo que nos da la gana. Pero no nos confundamos, nuestra libertad termina en la libertad de los demás.
A lo mejor no nos damos cuenta de este simple hecho, simplemente es respeto. Y somos tan poco respetuosos con nuestros semejantes, incluso con nosotros mismos.
Me pregunto si realmente concedemos el valor que se merece nuestra libertad. A mi, a menudo, me cuesta.
La verdad es que no sabía muy bien como comenzar, y aún sin terminar estas líneas ya intuyo que me alejo de mi primer objetivo sobre esta entrada. Así que seguiré con el desvarío de mi pensamiento.

Colgada del teléfono, como si esa larga distancia recogida en el aire fuese la nada, un desierto que no ilimitado sino consciente de cuán lejos puedes estar de lo que necesitas y de lo cerca que tienes el no necesitarlo. Estamos condenados a ser libres, condenados a elegir...¿qué es lo que elijo yo? Mi soledad, la elijo, la toco, la abrazo, me regocijo entre sus sonrisas y sus llantos, pero no alcanzo a besarla. Sentirme libre, sí, soy capaz...amar mi libertad, aún me cuesta. Es lo que tiene, como diría alguno, va, tu eres así, es normal en tí...

Cuando percibes algo innato en tí, algo que sabes que sólo te pertenece, pero no estas satisfecho con que sea así, lo quieres cambiar, está ahí, da lo mismo el esfuerzo, continuará, lo aceptas, ¿pero como lo puedes llevar contigo?. Esta es la parte en la que la soledad ya ni ríe ni solloza, simplemente te deja sola. Es el momento en el que la nada levanta muros, las distancias cortas, largas, sólo son distancias, necesitas una caricia, aunque elijas no necesitarla, te hace falta un calor, una fuerza, y la gritas con todas tus fuerzas siempre en silencio, pero está lejos o cerca, hay una frontera de nada que no te deja sentir la misma cercanía de que está hecha la distancia.
Lo entiendo, pero me sigue faltando amar la libertad...

Me gustaría que fueseis capaz de entender lo que pretenía decir con esta entrada. Quizá lo hubiera hecho mejor siendo más clara, o tal vez no basten las palabras para que os llegue mi mensaje. Pero antes de terminar de susurrar letras, una sola pregunta: ¿sois capaces de miraros al espejo y ver algo más que vuestras narices?

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