miércoles, 29 de noviembre de 2006

¿Qué nos hace felices?

Se acercan las fechas navideñas, donde el sorteo del gordo ocupa un lugar especial, y seguro que todos coincidimos al pensar que seremos muchísimo más felices en el caso que nos tocara alguno de los premios, si fuese el primero mejor, por supuesto.
Pero el éxito nos proporcionaría una sensación temporal de regocijo. Si malgastáramos ese dinero, la euforia de los primeros años de disfrute de nuestro premio se desvanecería (y aún sin malgastarlo). Al fin y al cabo, nuestro estado de ánimo tiende a recuperar antes o después la normalidad.Los psicólogos llaman «adaptación» a este proceso.

Las investigaciones realizadas con los ganadores de la lotería británica descubrieron que el entusiasmo inicial terminaba por desaparecer y los individuos regresaban a su estado de animo habitual.

De modo que, siempre regresamos a nuestra habitualidad con independencia de los factores externos. Asi se ha llegado a la conclusión de que el sentirnos felices está determinado en gran parte, por nuestra forma de percibir las situaciones.
Los investigadores han llevado a cabo una serie de experimentos que demuestran que el nivel de satisfacción vital se eleva al cambiar simplemente la perspectiva y considerar situaciones peores.

En el budismo se hace referencia a cuatro factores que abarcsarían las espectativas de felicidad de un individuo:
-la riqueza
-la satisfacción mundana
-la espiritualidad
-y la iluminación

Centrándose en la "alegría" mundana el Dalai Lama opina que para que un individuo pueda utilizar factores como la salud, la amistad o incluso la riqueza, como fuentes de una vida plenamente feliz, deberá analizar su estado de ánimo. "Aun teniendo posesiones maravillosas, en un momento intenso de cólera o de odio nos gustaría tirarlo todo por la borda, romperlo todo. En ese momento, las posesiones no significan nada. En la actualidad hay sociedades materialmente muy desarrolladas en las que mucha gente no se siente feliz. Por debajo de la brillante superficie de opulencia hay una especie de inquietud que conduce a la frustración, a peleas innecesarias, a la dependencia de las drogas o del alcohol y, en el peor de los casos, al suicidio. No existe, pues, garantía alguna de que la riqueza pueda proporcionar, por sí sola, la alegría o la satisfacción que se buscan. Lo mismo cabe decir de los amigos. Desde el punto de vista de la cólera o el odio, hasta el amigo más íntimo parece glacial y distante".
Así demuestra el Dalai Lama cuál es el poder que tiene el estado mental sobre nuestra experiencia cotidiana.

Satisfacción interior
Volviendo a la "feliz navidad" que se nos avecina, ¿no os parece que nuestra cultura se basa cada vez más en el consumismo irracional? Estamos bombardeados, en estas fehcas más que nunca (aunque siempre demasiado) por anuncios de objetos que "necesitamos" comprar, porque la verdad es que esta "impuesta" necesidad que nos atribuímos se convierte en realidad en un deseo incesante por adquirir más y mejores cosas.
La pregunta es: ¿realmente nos satisfacen?
Pues lo cierto, mal que me pese, es que sí. Porque uno de los modos para sentirnos realizados interiormente es el conseguir todo lo que queremos: dinero, casas, coches, pareja, cuerpos perfectos...Pero tarde o temprano nos damos de frente con aquello que deseamos pero que no podemos alcanzar.
¿Y si apreciáramos , como deberíamos hacer, lo que tenemos?

Lo que yo saco de todo esto, es que es evidente que nuestra mente es el medio para alcanzar la felicidad, más que otros como la opulencia o nuestra posición social.

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